Hace unos días leí un blog acerca de como es que cada vez más las mujeres cristianas publican fotos sensuales en sus redes sociales y reciben comentarios halagadores de otras personas que también tienen conocimiento de Dios como si fuera lo más normal  lo que las motiva a volverlo hacer.

Me pareció muy interesante y mi primera idea fue traducirlo al español para compartirlo con mujeres que conozco que también aman a Dios y que están expuestas a la presión de ser sensuales y a los estándares tan altos e incluso caricaturescos que se esperan hoy en día empezando por las redes sociales.

Esa misma tarde me sucedió lo que voy a narrarte y que me hizo cambiar mi idea de únicamente traducir el blog que leí a abordarlo desde mi perspectiva.

Fui a una tienda y para quienes me conocen saben que casi todo el tiempo uso vestidos o faldas largas, en esa ocasión llevaba una falda larga que según yo se veía muy bien combinada con mi blusa, pero eso no fue un acierto suficiente para que dos chicas que se encontraban en la tienda hablaran de mi vestimenta sin nada de discreción. Me sorprendió que aunque yo estaba a un lado una de ellas le preguntó a la otra  con un volumen de voz alto si le gustaba mi falda, y la otra chica literal respondió así: "no, está muy larga y hay que enseñar más".

Hay que enseñar mas.

Ojalá esa fuera una idea que sólo escuchan mujeres que no han tenido un encuentro con Jesús y que por lo tanto su mente no se ha renovado, sino que está adaptada a este siglo, pero tristemente aún nosotras que tenemos temor de Dios vivimos en constante ataque y está en todas partes que volteamos.

Por eso nuestros ojos deben estar fijos en Cristo, el autor y consumador de nuestra fe, o de otra manera el mundo y todo lo que ofrece va a ahogarnos en sus mentiras.

Se que hablar del tema de la belleza es bastante amplio y también es tocar una de las cuerdas más sensibles en la vida de casi toda mujer, ni se diga de la vestimenta, el cual es otro tema delicado aún hasta en las mujeres cristianas, pero comparto esto con la mejor intención: honrar a Cristo, después de todo este blog está dirigido a mis hermanas en la fe y se que ustedes también quieren honrar a Jesús.

Esta idea de que como mujeres tenemos que ser sexy sin importar la edad, la complexión de nuestros cuerpos, la ocasión, el lugar donde nos encontremos, ni el contexto, está cada vez más incrustada en todos como sociedad, he notado que ya ni las embarazadas se salvan de eso, aún con pancita que denota que hay un bebé creciendo se espera que de alguna manera el resto del cuerpo, cara y cabello sean perfectos, cuando es una etapa de bastantes cambios y kilos de más, y le siguen con el posparto, se presiona a la mujer para que vuelva a su antiguo cuerpo en cuestión de días y tenga toda la energía para lucir reluciente, cuando sabemos que toma varios meses al cuerpo recuperarse.

Pero como dije, ya nadie se escapa, de las muy jovencitas se esperan que luzcan más grandes y  de las mujeres más maduras se espera que sigan viéndose joviales  o no serán consideradas bonitas y ¡zaz! dan en una de las mayores áreas de inseguridades de nosotras como mujeres, es que si queremos ser bonitas, entonces, ¿la única forma es enseñando de más?

No pretendo que lo se todo porque no, ni siquiera tengo un grado de psicología que respalde lo que digo, pero es basado en lo que he visto y en lo que yo misma en mi carne he querido, también tuve tiempos de quererme ver bastante bien, para ser notada, por eso no estoy juzgando, estoy tratando de que todas  nos apoyemos en esta área tan delicada e importante para nosotras.

A continuación te contaré lo que me ha ayudado a no vivir basada en mi apariencia, y si tú que lees esto quieres compartir conmigo que te ha ayudado a te agradeceré que lo hagas.

Empecemos recordando que no vivimos para nosotras mismas, vivimos para aquél que nos amó y nos salvó, por la gracia de Dios somos quienes somos, y su gracia no ha sido en vano para con nosotras, y ¿qué es lo que quiere él?

Como mujeres cristianas, Dios nos llama a un estándar mucho más alto que el que este mundo ofrece, por más sensual y bien aplaudido que sea, al final del día no es la voluntad de Dios. El propósito de nuestras vidas es señalar a otros a Cristo, no a nosotras mismas.

La idea de mostrar más no está centrada en Cristo, pero sí en los deseos de nuestra carne. Dios nos llama a vivir vidas moralmente puras en todos los sentidos y por el sacrificio de Jesús es que podemos hacer morir todo lo terrenal que hay en nosotras. Publicar imágenes seductoras de ti misma o vestir de una forma que lleva a otros a alabarte y desearte (por más bien que se sienta) no es promover la pureza o la santidad dentro del cuerpo de Cristo.

Una de las maneras en que Jesús me ha ayudado a mí a vencer la tentación de vestirme de forma imprudente ha sido cuestionando los motivos de mi corazón, me lleva a meditar porque me visto como lo hago, y por lo regular concluyo en que quiero ser aceptada y amada, y cuando entiendo que estoy basando mi identidad en la aceptación de otros puedo pedirle perdón, aceptar su gracia y recordar que es en Jesús y sólo en él donde mi identidad está segura, él es suficiente para mí.

Efesios 5: 1-3: Así que sean imitadores de Dios, pues ustedes son sus hijos amados. Sigan el camino del amor así como Cristo nos amó y ofrendó su vida por nosotros como un sacrificio voluntario cuyo agradable olor sube a Dios. Ustedes son el pueblo santo de Dios; por lo tanto, ¡entre ustedes no debe existir ni la más mínima indicación de inmoralidad sexual ni ningún otro exceso!

En Dios ya somos hijas amadas, fuimos reconciliadas con él y nada de eso dependió de nuestros hechos  y menos de la apariencia física que tenemos, fue totalmente gracias al sacrificio de Jesús en la cruz. Como hijas que somos podemos reflejar el carácter y la pureza de nuestro Padre. Además él nos pide que nos mantengamos alejados de cualquier forma de inmoralidad sexual y toda impureza.

El modelo de este mundo nos dice que la santidad y la pureza son poco valiosas e incluso aburridas, nos quieren hacer creer que entre más sensual es una persona más feliz es. Si así fuera, ¿por qué hay tantas chicas bonitas que aún mostrando su cuerpo están solitarias, tristes, deprimidas, inseguras y necesitadas?

Dios en su palabra nos da estándares de pureza y santidad porque sabe que es lo mejor para nosotras. Sus pensamientos no son nuestros pensamientos, él fue quien nos creó y nos conoce mejor que nadie. Él nos amó de tal manera que dio a su hijo por nosotras para que no nos perdiéramos pero para que tengamos vida abundante y eterna, es decir para que tengamos a Jesús, el mundo no puede ofrecernos nada mejor.

El verdadero gozo y la satisfacción no vendrán a través de los aplausos, las miradas, los likes o la aprobación de los otros, solo vendrán obedeciendo y honrando a Dios y dejando a Jesús reinar en nuestros corazones.

"Afortunados los que llevan una vida pura y siguen las enseñanzas del SEÑOR. Afortunados los que obedecen sus mandamientos y lo buscan de todo corazón" (Salmo 119: 1-2).

Como dije, esto va dirigido a mujeres que aman a Dios, que se han despojado de su vieja naturaleza, esa que las tienta a poner su identidad en la cuestión física, pero en cambio que gracias a la fidelidad de Jesús ahora se han revestido de la nueva naturaleza. Y lo digo como recordatorio para mí también, en lugar de esforzarnos por vivir de acuerdo a estándares puestos por quien sabe quien, vivamos para nuestro Rey, quien con su sangre pagó la deuda de nuestros pecados.

Como mujeres cristianas tenemos la responsabilidad de llevar la imagen de Cristo al mundo perdido que nos rodea, son ellos quienes deben convertirse a nosotras y no nosotras a ellos. ¿Te gustaría rechazar la tendencia de ser una mujer seductora? Todo lo puedes en Cristo que te fortalece, tu ayuda viene de él y por su gracia redentora tú puedes ser una mujer que ayuda a otros a pensar en Cristo y a maravillarse con la belleza que él es.

Nuestro mundo necesita desesperadamente a Cristo, y somos las mujeres con temor de él quienes vamos a vivir de acuerdo a la verdad que nos fue revelada para demostrar que este extraordinario poder que obra en nuestra vida no viene de nosotras, sino de Dios.

Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. Proverbios 31:30